La palabra “aranceles” (o “tariffs” en inglés) ha venido sonando fuerte por los pasados 3 meses. El impuesto a la importación de bienes hacia los Estados Unidos y a su vez los aranceles aplicados a los bienes que envía Estados Unidos a los países afectados, hará que muchos artículos de consumo se encarezcan.
Si a eso le sumamos aranceles a la industria automotriz directamente, es altamente predecible que esta será la industria más afectada. Ya varias marcas están haciendo ajustes, como Jaguar Land Rover, que puso en pausa en el envío de sus autos a los Estados Unidos.
En Puerto Rico, la adquisición de un vehículo en el hogar es una de las decisiones más importantes y pensadas al momento de hacer el gasto. No es una inversión como la compra de una propiedad y tampoco es un gasto imprescindible como el pago del servicio de acueductos o de electricidad, pero es una necesidad ante el deficiente servicio de transportación pública que tenemos en la isla. A eso también le tenemos que sumar que los boricuas somos “fiebrús” con los autos y a muchos nos gusta modificarlos aunque todavía tengan la garantía del fabricante.
Tomemos de ejemplo las camionetas o “pickups”
Un estilo de autos muy adquirido en Puerto Rico son las pickups. Aparte de estar muy de moda en una población que muchas veces no necesita este tipo de auto, suelen ser muy resistentes para las condiciones de nuestras carreteras y por su mayor altura, podemos pasar inundaciones o pasar badenes con mayor facilidad. No es raro encontrar una Toyota Tacoma o una de las distintas pickups que produce la marca Ford en nuestras calles.
Con todo esto, muchos pueden pensar que comprar autos “americanos” es la solución en nuestro mercado, ya que en Puerto Rico solo tenemos acceso al mercado estadounidense y lo que este produzca o importe. Pero es que hay autos de marcas de otros países que se fabrican en los Estados Unidos, porque son pensados para ese mercado, por ejemplo la Honda Ridgeline, la cual se construye en Lincoln, Alabama, así como vehículos de marcas domésticas que se construyen en otros países, como la Ford Maverick, fabricada en Hermosillo, México. Ambas son camionetas livianas (del segmento mediano y compacto respectivamente) que cuentan con un motor ubicado de manera transversal y construcción “unibody”, que no son para el trabajo tan pesado como el de una camioneta tradicional con motor longitudinal, construidas en caja sobre bastidor o chasis.
Pero aún así, estas camionetas de mayor tamaño, de construcción más robusta y ensambladas 100% en los Estados Unidos, se verán afectadas, porque los aranceles también incluyen las piezas de autos y en un mundo tan globalizado, rara vez encontraremos un artículo que sea hecho 100% en un solo país. Se estima que las camionetas y camiones se incrementarán en precios desde $10,000 en adelante, dependiendo el modelo.
¿Qué podemos hacer a corto plazo si queremos o necesitamos un auto nuevo?
A corto plazo tenemos dos opciones simples: adquirir un auto nuevo fabricado en 2024 (aunque se esté ofreciendo como un modelo 2025), el cual tiene garantía del fabricante, se puede financiar con intereses más bajos que los autos usados (o “pre-owned”) y podemos ayudar a los concesionarios a bajar ese inventario. La otra opción que tiene el consumidor (y que perjudica más el mercado) es simplemente esperar.
A ciencia cierta no sabemos cuál es el plan detrás de todo esto. El gobierno estadounidense dice que es algo bueno, pero las masivas protestas en todo el país dicen lo contrario. Ya se han perdido 900 empleos en empresas como Stellantis (matriz de Chrysler, Dodge, Jeep, Ram), 330 de estos en Michigan, Estados Unidos y el resto en sus plantas de México y Canadá. Se esperan despidos masivos en agencias federales y todo esto causará una avalancha de despidos en otros negocios afectados indirectamente.
Solo nos queda esperar que pasará cuando estos aranceles comiencen a estar en la boleta de venta de los autos que llegarán a nuestro mercado a partir de mayo 2025. ![]()
